Después del fiasco de la tercera temporada y de su rotunda cancelación de parte de Fox, los fanáticos del rey del infierno se hicieron escuchar y lograron que Netflix apostará por una cuarta. Así con menos episodios, pero con mejor contenido, llega una cuarta temporada maravillosa de Lucifer.
Lucifer es esta serie que al principio viste por morbo y te enganchó al tercer capítulo, así que esperabas a que terminara Family Guy o algún programa de esos que sacan en Fox para disfrutar de ella.
Lucifer tiene la historia policíaca más entretenida hasta ahora, con una gama de personajes que van desde la policía buena que solo quiere hacer lo correcto, hasta el ángel caído atormentado por su pasado que busca consuelo en los placeres terrenales de las drogas y el sexo.
La cuarta temporada de Lucifer es perfecta, tiene todo lo que amamos de la Estrella de la Mañana: esa adoración por la autodestrucción, demonios, tramas sobrenaturales sin olvidar los pocos momentos policiales, lo que a mi parecer es un gran acierto. Logra en muchos sentidos avanzar con las tramas de los personajes, volverlos más profundos, conectar con la depresión de Lucifer y descifrar por qué el Rey de la Noche, aunque sea la maldad encarnada, no deja de ser el Ángel del Alba.
También nos regala momentos en los que se aprecian los poderes de Lucifer en su máximo esplendor, lo que en todo momento nos deja pensando si es realmente malo o es bueno en el fondo.
Otro de los aciertos de esta temporada es Eva (sí Eva la del Jardín del Edén), su personaje es en gran medida la razón por la que se desatan la mayor parte de los problemas de Lucifer, pero también es la única que lo acepta tal y como es.
Toda la temporada es constante, se nota que la reducción de los episodios mejoró la trama significativamente y el final (¡uff, qué final!) nos deja con ganas de una quinta, sexta, séptima, octava temporada de Lucifer. ¿para cuándo, tío Netflix?